domingo, 19 de abril de 2009

:: ¿Y qué dirán de mí?... ¡Dirán que eres G.A.Y.! ::


Sí, puedes verlo en el título. Es el pecado con forma de persona. Se desplaza, camina y, lo peor de todo, convive entre nosotros. Es la mancha de su familia; esa oveja negra que se decanta por el pecado. Pero no es cualquier pecado, como cualquier otro. No, nada que ver. Tiene que ver con el sexo. Sí, así es. Esa maldita palabra de cuatro letras que, en la sociedad salvadoreña, es un tabú. Un irredimible concepto que, quiérase o no, despierta el morbo de la gente. Sobre todo, si eres diferente

Si sientes cómo la lujuria y la concuspicencia, de acuerdo con las normas religiosas, recorre tu cuerpo. Y, lo peor de todo, si percibes una profunda atracción hacia individuos de tu mismo sexo. ¡Shhh! Calla; es mejor que no lo digas en voz alta. Puede oírte tu padre o, peor aún, la vecina chismosa que puede contarle a tu madre. Ese pecado es algo, por lo que vale la pena esconderse. Sobre todo, en esos momentos, donde debes corresponderte con tu pareja. Ser uno. Pero, cuidado, mira a todos lados, antes de propinarle un beso o una caricia. De lo contrario, recibirás la bofetada del escarmio moral, la mirada incisiva, con ansias de contarle al mundo tu pecado. Sí, ese desfiguro que, solo en las personas seguidoras de lo lascivo, puede darse. 

¿Quién sabe, heteros? Jamás digan: "de esa agua, no beberé". Al contrario, uno nunca sabe cuando puede tener un momento de debilidad. Una circunstancia en la que, gracias a nuestro morbo, querramos experimentar "qué se siente". Porque, a veces, uno se aburre de probar la misma comida. Y, como diría el hijo de Bree Van de Camp, la pelirroja de Desperate Housewives, "puede gustarme el sorbete de chocolate, aunque, en ocasiones, puede llegarme a gusta el de vainilla". Mejor no lo pudo haber expresado.

Pero, heteros, no tengan miedo. Los homosexuales no mordemos. Tampoco los contagiamos. Y, no quiero decir que haya locas, que hagan daño. No, nada de eso. Me refiero, más que todo, a que sepan respetar las diferencias. Maduren. Tengan presente, que los homosexuales tenemos derecho a amar, a sentir. No solo somos locas peluqueras o diseñadoras de moda. No, somos más que eso.

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