:: Hotcakes y una visita inesperada ::

Amo los hotcakes. No hay nada mejor que amanecer con unos hotcakes. Sobre todo los fines de semana. La sensación de combinar elementos tan disímiles en una licuadora es impresionante. Sin olvidar, claro, que el hombre que te gusta adora comerlos. Sí, asi es. El ama comer hotcakes. Recuerdo que, una noche antes, discutíamos sobre ellos. Incluso, me propuso un secuestro "voluntario" –con tal que le ayudara a hacer hotcakes.

Y ahora, después de una larga discusión filosófica sobre hotcakes, vendrá a mi casa. Creo que moriré. No sé lo qué pasará; por consiguiente, estoy en una total zozobra.

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Han pasado tres días, desde que vino. Fue una experiencia agradable; sin embargo, no puedo evitar sentirme idiota cuando estoy cerca de él. Aún desconozco, a ciencia cierta, porque me pongo así. Pero, a medida lo vaya conociendo, cambiará mi pendejez "amorosa". Eso me recuerda la impresión que le dio mi rostro. Me dijo que, a partir de mi cara, me vislumbraba como una persona "sin ganas de tener sexo". Cosa que, por obvias razones, me hizo reírme a borbotones.


En cuanto le dije el porqué me ponía pendejo ante su presencia, no pudo evitar sonreír. "No, ¿cómo vas a creer que soy viajado (en ese sentido)? Lo que pasa es que, quizás, he sido más facil". Me hizo sentir bien el que me dijera eso, porque desconozco cómo reaccionaría si l(YO) le dijera cuánto me gusta. Me cagaría de la risa... ¡Definitivamente!

P.d. Después de irse, me envío un mensajito diciéndome cuán bien se la pasó en mi casa. Espero que sigas cayendo en ella más seguido, querido. Tú sabes que haces de mis solitarias tardes domingueras un agasajo.